En Chile, la vejez es un fenómeno poco visitado por estudios cualitativos, por lo que esta investigación pretende aportar a la difusión de saberes experienciales de envejecimiento, buscando el reconocimiento de la diversidad. De esta manera, contribuir a inspirar políticas públicas y estrategias sociales que logren incluir mejor los diferentes contextos de envejecimiento.
El estudio se centra en cinco grupos de personas mayores, cuyas condiciones y vivencias no parecieran ser tematizadas en los discursos chilenos, por lo que pueden ser más susceptibles de vivir situaciones de discriminación y desigualdad respecto a su plena ciudadanía y acceso a la participación social.
El fenómeno de envejecimiento poblacional ha impulsado diversas transformaciones sociales y desafíos políticos tanto a nivel nacional como global. Las proyecciones para el año 2050 dan cuenta de una gran proporción de personas mayores con respecto a la población total, contemplando un 22% a nivel mundial, y un 25% a nivel latinoamericano (Arnold, Herrera, Massad y Thumala, 2018). Chile se sitúa como uno de los países con un envejecimiento demográfico más avanzados de la región, presentando un progresivo crecimiento de la población mayor de 65 años en el último tiempo.
Este contexto sociodemográfico plantea la exigencia social y política de ocuparse de una efectiva inclusión social de las personas mayores (Arnold, Herrera, Massad y Thumala, 2018). En Chile, el fenómeno ha sido considerado como un problema público desde principios de los años 2000, con la creación del Servicio Nacional del Adulto Mayor (SENAMA) en el año 2003, seguido de investigaciones y publicaciones institucionales que proporcionaron estadísticas sobre los cambios demográficos, los que inicialmente se centraron en temas relacionados con la vulnerabilidad en la vejez (SENAMA 2005, 2007a, 2007b).
La Segunda Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento, realizada en Madrid el año 2002, marcó un cambio importante en la manera de entender la vejez: desde una visión de la vulnerabilidad de las personas mayores (World Health Organization, 1982) hacia una perspectiva de derechos y participación social (WHO, 2002, 2007; Organización de los Estados Americanos, 2017). Bajo ese marco, se busca posicionar a las personas mayores como ciudadanas y sujetos de derecho, cuyas actividades, involucramiento y compromisos son imprescindibles componentes del tejido social. Tales perspectivas y orientaciones fueron adoptadas por diferentes países, generando un impacto en el desarrollo de investigaciones sobre los beneficios que tiene la participación social en la salud y calidad de vida de las personas mayores (Douglas, Georgiou y Westbrook, 2017; Majón-Vapuesta, Ramos y Salanova, 2016; Sévigny y Tourigny, 2018), reconociendo así la relevancia de desarrollar comunidades inclusivas. En Chile, esta perspectiva ha tenido también un impacto significativo en términos de políticas públicas, donde se presenta la participación social como un objeto consensual, lo que corresponde a la tendencia internacional (Raymond y Grenier, 2013; Raymond, Grenier y Lacroix, 2016), siendo, por ejemplo, central en los programas sociales diseñados desde el SENAMA.
La Encuesta Calidad de Vida en la Vejez (Pontificia Universidad Católica de Chile y Caja Los Andes, 2020) recoge la percepción que tienen las personas mayores en Chile, respecto de sus condiciones físicas y materiales, así como también de sus relaciones afectivas y bienestar subjetivo. Sus últimos resultados del 2019 arrojan una mejora en la calidad de vida de este grupo etario, en comparación con lo que era hace una década, presentando nuevos desafíos. Mientras muchas personas mayores participan de manera satisfactoria en la vida de su comunidad, otras viven circunstancias de estigmatización y de marginalización social debido a condiciones socioeconómicas, culturales, funcionales e identitarias (Cann y Dean, 2009). Sin ir más lejos, el 73% de los/as chilenos/as considera que este grupo etario se encuentra socialmente marginado, cuestión que a su vez estaría vinculada a una percepción de que el nivel de preparación institucional del país sería insuficiente (Arnold, Herrera, Massad y Thumala 2018). El caso de Chile requiere especial atención en ese sentido, pues es un país con altos niveles de desigualdad socioeconómica, la que se expresa en malestar, discriminación y fragmentación del tejido social (Programa de la Naciones Unidas para el Desarollo, 2017). Estas condiciones de desigualdad se entrecruzan con las imágenes sociales negativas sobre la vejez, generando importantes contextos de exclusión.
Se ha visibilizado que “las desigualdades por ingresos, niveles educacionales, zonas de residencias, géneros, condiciones laborales y otras multiplican las posibilidades de exclusiones sociales para la población mayor” (Arnold, Herrera, Massad y Thumala, 2018). Si bien estas dinámicas han sido escasamente examinadas en el contexto chileno, varios estudios de origen norteamericano y europeo muestran diversas brechas en el acceso a las oportunidades de participación social, confirmando que no todas las personas mayores tienen el mismo acceso a posibilidades de reconocimiento y protagonismo social. Así se ejemplifica a través de las personas mayores que tienen una discapacidad física o intelectual (Cimarolli, Boerner, Reinhardt, Horowitz, Wahl, Schilling & Brennan-Ing, 2017; Jeppsson Grassman, 2013; Kurková, 2016; Laliberte Rudman, Gold, McGrath, Zuvela, Spafford & Renwick, 2016; Raymond, 2018; Van Schijndel-Speet, Evenhuis, Van Wijck, Van Empelen & Echteld, 2014), aquellas que han vivido experiencias de migración transnacional (Ferrer, Grenier, Brotman, & Koehn, 2017; Phillipson, 2015; Torres 2012, 2015), personas mayores que se identifican como miembros/as de la comunidad LGBTI+ (Beauchamp & Chamberland, 2016; Brotman, Ferrer, Sussman, Ryan & Richard, 2015; de Vries, 2015; Frederiksen-Goldsen, 2016; Lyons, Pitts, & Grierson, 2013), aquellas que pertenecen a pueblos originarios (Nelson, Noonan, Goldberg, & Buchwald, 2013; Pace & Grenier, 2016; Pelcastre-Villafuerte, Meneses-Navarro, Ruelas-González, Reyes-Morales, Amaya-Castellanos & Taboada, 2017; Reyes Gómez, 2012; Schure, Odden & Goins, 2013), o afrodescendientes (bibliografía pendiente).
Mientras los cruces entre vejez y diversidad funcional, sexual, cultural y étnica han sido demostrados como potentes generadores de discriminación en los estudios mencionados y otros, estas realidades permanecen al margen de los estudios sobre vejez en Chile. Ni las ya citadas Encuesta sobre Inclusión y Exclusión Social de las personas mayores en Chile (Arnold, Herrera, Massad y Thumala, 2018), o sobre la Calidad de Vida en la vejez (Pontificia Universidad Católica de Chile y Caja Los Andes, 2020) han abarcado las situaciones de las personas mayores discapacitadas, LGBTI+, migrantes, indígenas o afrodescendientes. Junto con ello, tampoco se conoce la diversidad de espacios y roles asociados a la participación, ya que éstos se han identificado únicamente desde la membresía de personas mayores a organizaciones.
La diversificación de los itinerarios y de las condiciones de la vejez constituye un rasgo central del fenómeno mundial del envejecimiento (American Society on Aging, 2018; WHO, 2018). Sin embargo, los conocimientos sobre esta diversidad son muy escasos en Chile, causando un retrato impreciso y fragmentario sobre cómo envejecen y participan las personas mayores. En vista de esto, se evidencia la importancia de contribuir a un mejor reconocimiento de la diversidad en la vejez, así como también inspirar políticas públicas y estudios que aborden la vejez desde la participación y diversidad.
Las transformaciones sociales y demográficas generan cambios en la vejez, en cuanto a las condiciones en que se envejece y el grado de participación de las personas mayores. Sin duda, esto exige buscar cuadros de reflexión que permitan comprender este nuevo contexto de sociedad envejecida (Osorio, 2006).
(Entrevista a Azeneth Báez Ríos, 66 años. En: Proyecto NODO, 2021:85).
La concepción de la vejez muchas veces se ve atravesada por perspectivas edadistas o viejistas, que devienen en la construcción de un escenario excluyente e inhóspito para las personas mayores, debido a las barreras de inclusión (Arnold, Herrera, Massad y Thumala, 2018). En ese contexto la participación social, entendida como la inclusión de las persona en las diversas instituciones, asociaciones y redes informales de la comunidad, se ha evidenciado como un factor fundamental de protección para la salud y el bienestar de las persones mayores (Gallardo-Peralta, Conde-Llanes & Córdova-Jorquera, 2016; Herrera, Elgueta y Fernández, 2014). De allí que se vuelve fundamental fomentar el acceso inclusivo de las personas mayores en los espacios participativos, a fin de potenciar los beneficios que genera y a la vez reconocer su invisibilizada importancia en el desarrollo social.
Teniendo en cuenta la diversidad de realidades que constituyen la vejez en Chile, se vuelve necesario preguntarnos sobre los diferentes niveles de accesibilidad de las personas mayores a los modos de participación social de su elección y preferencia, sean estos de carácter familiar, vecinal, recreativo, laboral, asociativo, ciudadano, u otros. Llama la atención preguntarse, sobre todo, por los contextos de participación de aquellos grupos de personas mayores que parecen estar al margen tanto de los estudios, como de los medios de comunicación y los discursos políticos. Es en este contexto que, considerando la evidencia científica internacional sobre las fuentes de desigualdades sociales en la vejez, emerge la pregunta sobre si la percepción y la experiencia de la vejez está influenciada por situaciones ligadas a la orientación sexual, a la discapacidad o a los orígenes culturales y nacionales. Se requieren más estudios para ver cómo personas mayores chilenas susceptibles de vivir experiencias de discriminación y marginalización, perciben su trayectoria de envejecimiento a lo largo de esta, y generan estrategias en cuanto a su participación social y su sentimiento de inclusión en la sociedad.
Este proyecto de investigación se basa en la perspectiva de las propias personas mayores migrantes, afrodescendientes, pertenecientes a pueblos originarios, LGBTI+ y en situación de discapacidad para responder a las preguntas: ¿Cuáles son los temas y preocupaciones relevantes que se identifican respecto de la vejez y el envejecimiento?, ¿Cómo perciben su participación social las personas mayores, y cómo se relaciona esto con sus trayectorias de vida?, ¿qué factores generan discriminación o facilitan su inclusión como personas mayores en espacios de participación social que son de su interés?, ¿qué estrategias de resistencias se construyen en la vejez ante las barreras de acceso a la participación social?De carácter exploratorio, el presente estudio constituirá un puntapié inicial para líneas de trabajo e investigación en el futuro sobre envejecimiento y diversidad. Observar la participación social de personas mayores de los sectores identificados, según sus trayectorias de vida y circunstancias actuales, implica tanto el reconocimiento de desigualdades, como también manifestaciones de agencia y ciudadanía. En ese sentido, la visibilización de los contextos de exclusión es tan importante como lo son las posibles estrategias que han tenido estos grupos para lograr resistir ante las lógicas de exclusión, e integrarse en distintos espacios de participación.
Desde esta perspectiva, indagar en las experiencias y condiciones de participación social en cruce con una vejez diversa, aportará información relevante para la creación de mecanismos que fomenten la inclusión desde una perspectiva colectiva y de políticas públicas, que vaya más allá de las experiencias individuales. Con todo ello, resulta ineludible repensar las políticas sobre envejecimiento y vejez a partir de una perspectiva que reconozca la heterogeneidad de las trayectorias de vida (Lowsky, Olshansky, Bhattacharya & Goldman, 2014; Westwood, 2019), así como el envejecimiento diferencial (Yuni & Urbano, 2008), valorando y considerando a la vez percepciones, necesidades, saberes y contextos de las distintas personas mayores frente a sus procesos de envejecimiento. En definitiva, resulta decisivo que la comunidad en su conjunto pueda generar espacios y actitudes de reconocimiento, aceptación, acogida y pertenencia, hacia las distintas realidades de personas mayores, promoviendo así el respeto hacia sus derechos humanos y mejorando la calidad de vida en la vejez.
El objetivo del proyecto “Vejez diversa” es analizar la experiencia de la vejez desde la diversidad y las trayectorias de participación social de las personas mayores. En términos específicos, el proyecto busca:
Considerando que este proyecto tiene una perspectiva inductiva (Creswell, 2009), se formulan cuatro hipótesis a modo de propuestas vinculadas a los objetivos de investigación. Las hipótesis son las siguientes:
1. Identificar los temas y preocupaciones relevantes respecto de la vejez y el envejecimiento en los cinco sectores estudiados: discapacidad, migración, LGBTI+, pueblos originarios y afrodescendientes.
2. Caracterizar las percepciones y trayectorias individuales respecto del envejecimiento y la participación social de personas mayores que pertenecen a cada uno de los cuatro sectores.
3. Identificar factores que pueden generar discriminación o bien facilitar la inclusión de las personas mayores en espacios de participación social que las interpelan.
4. Generar conocimientos sobre la diversidad en la vejez en Chile y contribuir a su reconocimiento, especialmente en el diseño de políticas públicas.
1. El envejecimiento proporciona nuevas temáticas inéditas para las organizaciones relacionadas con los sectores de discapacidad, migración, LGBTI+, pueblos originarios y afrodescendientes. En segundo lugar,
2. Las trayectorias de vejez y participación social de las personas mayores que se sitúan en estos cruces presentan a la vez, desafíos que pueden dificultar una plena realización de los roles sociales elegidos, y potenciales inexplorados que pueden ser realzados y apoyados desde las políticas públicas.
3. La identificación de factores que favorecen u obstaculizan la participación social en estos cuatro grupos es posible por medio del análisis de las trayectorias de vida y participación social.
4. El conjunto de resultados ofrece conocimientos actualizados sobre la diversidad en la vejez en Chile.
Para llevar a cabo estos objetivos, se desarrolla una metodología cualitativa, la cual ha sido poco visitada por los estudios de vejez en Chile, siendo que ofrece un potencial fundamental. Esta permite generar conocimiento sobre la vejez a partir de la subjetividad. En ese sentido, la metodología se ha inspirado en el interaccionismo simbólico (Goffman, 1974; Le Breton, 2016; Park, 1950; Simmel, 1988) y en los estudios culturales (García Canclini, 2016; Hall, 2013), los que privilegian métodos capaces de poner en valor estas subjetividades de los sujetos, relacionándolas a su vez con el mundo social en que se sitúan y organizan. Sobre esa base, se indaga en la vejez diversa a través de una perspectiva biográfica, que permitirá explorar el proceso de conformación de las prácticas de participación social en la vejez, conectando sus reflexividades personales con sus contextos sociales (Gilleard & Higgs, 2016). Esta orientación permitirá a su vez, ir más allá de una visión institucionalizada de las etapas y formas de participación en la vejez, ya que abre la puerta hacia una comprensión más fina de cómo se entrelazan las trayectorias de envejecimiento de personas que pertenecen a grupos minoritarios, con los imaginarios y condiciones colectivos que influencian e incorporan estas trayectorias.
Con una duración de cuatro años (2020-2024), el trabajo de terreno se constituye a partir de dos etapas. Cada una de ellas consiste en el desarrollo de dos técnicas diferentes de recopilación de información, que se llevan a cabo de manera complementaria: grupos de discusión y entrevistas individuales en profundidad.
Una primera etapa del trabajo en terreno consiste en realizar grupos de discusión, con personas vinculadas a cada una de las áreas de trabajo (representantes de organizaciones sociales, profesionales de los municipios, entre otros). Los grupos de discusión son una herramienta de recopilación de datos eficaz para obtener información extensa y en profundidad sobre un tema, anclada en las discusiones entre personas compartiendo rasgos comunes (Krueger & Casey, 2015). Gracias a la dinámica interactiva, la técnica permite identificar los elementos y las tendencias predominantes atravesando el tema abarcado. Estos grupos de discusión constituirán una primera fuente de datos y permitirán averiguar las representaciones y preocupaciones sobresalientes respecto del tema de la vejez en relación con la participación social. Sus resultados serán complementados con entrevistas individuales dirigidas hacia los/as participantes de los grupos.Para efectos de esta investigación, se realizarán 5 grupos de discusión, uno por cada área de trabajo, y cada uno contará con la participación de entre doce a catorce personas. Teniendo en cuenta el contexto sociosanitario en el que nos encontramos, se abre la posibilidad de realizar los grupos y entrevistas a distancia, vía internet.
A partir de las redes de las investigadoras de este proyecto, se cuenta, por una parte, con la colaboración de organizaciones sociales chilenas no gubernamentales. Estas corresponden a movimientos sociales y asociaciones involucradas en los temas de discapacidad, migración, diversidad sexual y de género, pueblos originarios y afrodescendientes. Por otra parte, participan representantes de asociaciones y centros de personas mayores, así como también profesionales que trabajan a diario con personas mayores (en los CESFAM y postas rurales, en los municipios, etc.), y que se sienten concernidos por los temas abordados.De esa manera, cada grupo de discusión cuenta con la participación de representantes de estos sectores, permitiendo así una composición amplia de perspectivas y representatividad. Además, el trabajo busca tener representatividad territorial, por lo que los/as integrantes provendrán de diferentes regiones del país.
La segunda etapa consiste en realizar entrevistas en profundidad, las que permiten explorar una situación desde el punto de vista de los/las/les participantes, multiplicando así las voces para dar cuenta de cómo se anticipa, vive y aprecia la experiencia humana (Rubin & Rubin, 2005) de la vejez, en distintas posiciones sociales (Grenier, 2012).
Las entrevistas tendrán una perspectiva biográfica (Moyano Dávila & Ortiz Ruiz, 2016; Rubilar, 2017), semi-estructurada (Corbin & Strauss, 2008) y dialógica (Padgett, 2008). La idea es que las personas puedan re-construir sus trayectorias de vejez y participación social a partir de una lectura longitudinal de sus experiencias, principalmente respecto de su pertenencia a grupos considerados “minorías”, situándose como sujetos y actores de una sociedad donde importantes cambios políticos, demográficos y culturales marcaron y siguen marcando las historias individuales (PNUD, 2017). Sobre la base teórica de la sociología de la experiencia, las entrevistas consideran abarcar las pertenencias (integración), los intereses (estrategia) y los conflictos (subjetivación social).
Se considera la realización de 90 entrevistas en profundidad, abarcando cada una de las cinco áreas de trabajo. Por medio del muestreo por cuotas en cada sector, se busca una diversidad de perfiles: la equivalencia de hombres y mujeres, personas de varios subgrupos etarios y una representación de las personas más desafiliadas o socialmente aisladas. Además, en cada área de trabajo se considera la inclusión de personas de tres zonas geográficas distintas: norte, centro y sur de Chile (Ver Tabla Nº 2).
La perspectiva territorial de las entrevistas resulta trascendente y fundamental para un análisis crítico, pues los discursos, los servicios y las infraestructuras en términos de vejez y participación social cambian de un lugar a otro (Caro Molina, 2017; Miranda, Caro, Martínez & Kornfeld, 2015; Miranda, Martínez & Caro, 2018), invitando a diversificar los anclajes geográficos de la recopilación de datos a fin de reconocer también esta heterogeneidad de voces y experiencias.
La metodología se beneficia de los principios de la teorización fundamentada (grounded theory) (Corbin & Strauss, 2008), la que permite alternar períodos de recopilación de información, con análisis de datos, a fin de profundizar aspectos de la teoría emergente por medio de una metodología ajustable. Así, se organizan la recopilación y análisis en torno a las experiencias de participación social, para luego elaborar un enfoque epistemológico que dé cuenta del cruce entre vejez y diversidad. La meta y desafío es entender los procesos de envejecimiento en el contexto de interculturalidad – es decir, de relaciones y reconocimiento (Honneth y Fraser, 2006) entre distintos grupos sociales – que marca el Chile contemporáneo.
Para generar un enfoque epistemológico sobre diversidad y vejez en Chile, se desarrolla una comparación entre categorías axiales sustantivas, intra e inter sectores, que serán construidas de manera inductiva (Corbin & Strauss, 2008). La teorización será guiada por tres criterios principales (Raymond, 2005), que son pertinentes para el campo explorado:
1. Potencial comprensible para personas “no expertas” interesadas en el tema.
2. Posibilidad de generalizar a otros contextos similares.
3. Posibilidad de que actores interesados puedan utilizar la teoría a fin de intervenir en las estructuras y procesos estudiados
La estrategia de comunicación del proyecto se elabora desde el concepto de “movilización de conocimientos”, que consiste en hacer que los resultados de la investigación alimenten, no sólo a futuros estudios sobre el tema, sino que a diferentes ámbitos de acción (gubernamentales, organizaciones de la sociedad civil, actores comunitarios, entre otros). Esto, con el fin de fomentar su uso en políticas, programas, servicios y espacios participativos más inclusivos respecto de la heterogeneidad de las trayectorias de envejecimiento. En esa línea, el público objetivo se compone de sectores diversos de la sociedad, incluyendo a las personas a las cuales se destinan las actividades. Es por ello que se busca dar a conocer los resultados de una manera que sea accesible y de interés tanto para el ámbito científico, como para el público general. Sobre esa base, se plantean las siguientes actividades:
1. Artículos científicos en revistas del campo de la gerontología.
2. Publicación dirigida a un público general, que consiste en un abecedario temático de la diversidad en la vejez.
3. Organización de tres foros regionales (norte, centro y sur de Chile) con participantes de los grupos de discusión, personas entrevistadas, representantes de instituciones y organizaciones de la zona, y medios de comunicación regionales. Los foros combinan la presentación de resultados, con talleres para discutir en torno a las formas de traducirlos en acciones favorables para un pleno acceso a la participación social de las personas mayores en toda su diversidad. La idea es llegar a las personas e instituciones responsables de políticas públicas e intervenciones con personas mayores.
4. Desarrollo de actividades por cada área de trabajo, las cuales podrán tomar formas variadas (conferencia, taller, conversatorio u otros), según las expectativas e ideas de los/las/les participantes, y constituye una manera de establecer una práctica responsable y recíproca de investigación colaborativa.
El marco teórico proporciona un punto de partida que permite entender desde dónde se construye y desarrolla la investigación.
El proyecto “Vejez Diversa” se enmarca en tres enfoques teóricos principales, que se combinan e interrelacionan para poder comprender los conceptos centrales de este trabajo.
Critical perspectives also deconstruct dominant cultural narratives and give voice to suppressed and marginal narratives
(Katz, 2019: p).
En primer lugar, son centrales las propuestas de la gerontología crítica, la cual reconoce que las nociones del envejecimiento y la vejez se construyen socialmente. Por lo tanto, los conceptos con los cuales entendemos la vejez nunca son neutrales ni objetivos, sino que llevan impresos una carga moral, ética y valorativa, que depende del contexto económico y sociocultural (Yuni y Urbano, 2008). La gerontología crítica propone entonces, revisar la relación que existe entre los prejuicios y estereotipos sociales sobre la vejez, y los significados que se construyen en torno a esta desde los estudios gerontológicos.
Las ideas que componen esta perspectiva crítica provienen de los aportes de la Escuela de Frankfurt, y se han ido desarrollando bajo la influencia de perspectivas críticas posteriores provenientes del postmodernismo, postestructuralismo, feminismos y la sociología del cuerpo (Katz, 2014). La gerontología crítica cuestiona la falta de abordaje crítico que estas perspectivas han mostrado en torno a la vejez, y plantea entonces la necesidad de incluir las nociones y conceptos de las líneas de pensamiento crítico en los estudios sobre la edad, y viceversa (Katz, 2014). La investigación gerontológica debe buscar formas de comprensión que cuestionen las imágenes reduccionistas que asocian la vejez con procesos de decadencia (Freixás, 2008). De allí que uno de los pilares de esta perspectiva teórica sea la crítica al edadismo y las inequidades de la vejez.
Desde el área de las humanidades, la gerontología crítica ha hecho hincapié en la reflexión sobre la dimensión subjetiva y cotidiana de la vejez, enfatizando en el uso de narrativas basadas en las biografías de las personas, sus experiencias y cursos de vida (Katz, 2019). De esa manera, la perspectiva ha permitido ampliar los estudios de envejecimiento, promoviendo culturas e identidades en la vejez, que van más allá de los modelos hegemónicos (Katz, 2019).
En diálogo con esta perspectiva, se toman las herramientas proporcionadas por el paradigma del curso de vida para analizar las experiencias de envejecimiento desde una mirada crítica y también dinámica. El concepto curso de vida refiere a una noción del desarrollo humano como multidimensional. Por lo tanto, las experiencias de envejecimiento refieren a un cruce interrelacionado de procesos biológicos, psicológicos y sociohistóricos ocurridos a lo largo de toda la vida (Lalive d’Epinay et al., 2011).
Esta perspectiva surge en la década de los sesenta a raíz de un cuestionamiento a la demografía de esa época, de parte de diversos estudios sociológicos, históricos y psicológicos (O’Rand, 1998), que comenzaron a relacionar las biografías individuales con los contextos sociales. Así, las clasificaciones etarias como la vejez comenzaron a entenderse de manera distinta, transitando desde nociones biologicistas a construcciones socioculturales enmarcadas en determinados contextos históricos (Cain, 1964, Elder, 1974).
Entre las herramientas que otorga este paradigma para comprender las experiencias de envejecimiento y vejez, destacan los cinco principios de Glenn Elder (1998) presentados a continuación:
- El curso de vida de las personas está moldeado por los tiempos históricos y lugares que experimentan a lo largo de sus vidas.
- Los eventos ocurridos durante la vida de una persona tienen un impacto diferente según el momento en que estos se desarrollan (“timing”).
- Las vidas de las personas están en interconexión e interdependencia, por lo que es fundamental abordar las relaciones interpersonales.
- Las personas construyen sus cursos de vida con distintas manifestaciones de agencia que dialogan con la estructura social y el contexto histórico, por lo que no pueden ser observadas simplemente como entes pasivos (Blanco, 2011).
Desde estas bases teóricas, el enfoque interseccional se vuelve una herramienta fundamental para poder analizar la diversidad en la vejez, complementando el dinamismo y visión crítica de ambas perspectivas. Este enfoque permite, por una parte, comprender las múltiples formas de opresión que existen en nuestra sociedad, dando cuenta de los grupos sociales que experimentan exclusión, según su edad, territorio, clase social, género, etnicidad, orientación sexual, nacionalidad, entre otras. Por otra parte, el enfoque plantea la importancia de comprender sus interrelaciones y nexos, lo que permite entender contextos multicausales de discriminación (Manes et al., 2016; Walby, Armstrong y Strid, 2012).
(Bach, 2014:49)
El término “interseccionalidad” fue acuñado durante los años ochenta por el feminismo afro-estadounidense al hacer visible la inseparable unión que existe entre la opresión de género, raza y clase, que había sido omitida hasta el momento por el feminismo blanco y burgués (Bach, 2014). Así, el concepto de interseccionalidad se usa para indicar las relaciones entre las diferentes fuentes de desigualdad que operan en la sociedad (Bach, 2014), entendiendo que interactúan entre ellas de manera simultánea, y no jerarquizada (Bilge, 2009).
La mirada interseccional de este proyecto se complementa con la perspectiva de la gerontología crítica, para entender cómo se interrelacionan los diferentes contextos de inclusión y exclusión en la vejez, favoreciendo así la posibilidad de proponer cambios y acciones políticas que logren combatir las situaciones de discriminación que plantean las clasificaciones por edad, género, orientación sexual, enticidad, nacionalidad, diversidad funcional, entre otros. Esto será posible además gracias a las herramientas del curso de vida, que permiten situar las trayectorias de las personas mayores dentro de los contextos históricos y estructuras sociales dinámicas. A través de estos tres lentes teóricos podremos observar las experiencias diversas de la vejez, desde una mirada crítica, dinámica y contextual.
A continuación, se presentan los conceptos centrales que aborda el proyecto Vejez Diversa desde las perspectivas teóricas recién expuestas. Estos se presentan en su interrelación, entendiendo que la propuesta teórica y conceptual que plantea el proyecto estará abierta ante la emergencia de nuevos conceptos y perspectivas en el transcurso del trabajo.