Ricardo tiene 75 años y nos acercamos a él cuando estaba trabajando en su kiosko del paseo Bulnes. Nació en la Cisterna y empezó a trabajar en el rubro desde muy chico junto a su padre, ya que viene de una familia con larga tradición de kioskeros. Nos cuenta que estaba trabajando en el centro con su papá el día 11 de septiembre del 73 y vivió el Golpe de Estado desde muy cerca.
Según sus propias palabras, el hecho de trabajar en el centro y en contacto con personas, diarios y revistas le permite mantenerse informado. Y, aunque todo el día intercambia opiniones con todo tipo de gente, asegura que mantenerse imparcial es lo mejor para que nadie se enoje.
A Ricardo no le cuesta adaptarse a los cambios en general, pero sí tiene dificultades para manejarse con las nuevas tecnologías. Su familia “lo obligó” a tener un celular para que pueda comunicarse en caso de que pase algo importante, pero él dice que rara vez lo escucha cuando suena si lo están llamando.
Vive su vejez con alegría porque, según sus palabras, es “un tipo positivo”. Quiere retirarse a tiempo para conservar su salud y poder disfrutar el resto de su vejez en buena forma. Además, nos dice que ya trabajó demasiado y su hijo se hará cargo del kiosko. Entre las cosas que disfruta están salir a caminar observando detalles del paisaje y compartir el tiempo con sus nietos y nietas.