Fumando en el banco de una plaza junto a la avenida estaba Edmundo Zentendo. A su alrededor jugaba y corría Akira, una pastora alemana muy amigable. Él tiene 67 años y su historia de vida está estrechamente ligada a la fotografía, profesión desde la que se articula todo su relato.
Empezó a fotografiar hace 50 años, a propósito del nacimiento de su primer hijo, a quien le tomaba fotos con una cámara vieja justo en el mismo parque donde estábamos conversando. A partir de ese momento invirtió en una Nikon, armó un cuarto oscuro y comenzó a aprender el oficio de manera autodidacta.
Trabajó como fotógrafo de prensa durante la dictadura militar y en la actualidad está enmarcando algunas fotos que aún conserva de esa época. A fines de los noventa hizo una pausa de 6 años pues le robaron todos sus equipos, hasta que un día encontró una cámara entre algunos cachureos en venta y volvió a empezar.
Actualmente, Edmundo prefiere la fotografía estenopeica y fabrica sus propias cámaras con las que luego experimenta. Es una persona activa y nos cuenta que disfruta salir a capturar imágenes de personas y edificios en el centro de la ciudad, pero siempre con cámaras análogas y revelado en blanco y negro.